Donde sufrió Mayábuna

Donde sufrió MayábunaDebo admitirlo: esa noche no pensé en Mayábuna. Estaba demasiado concentrada en mi propio cataclismo sentimental, en esa suerte de desamparo con que he aprendido a lidiar desde entonces, como para preocuparme por las ambulancias que escuché a lo lejos.

Las vi pasar una tras otra en sentido contrario al hospital: únicamente eso me alarmó. Pero las olvidé de un plumazo, entre el televisor que no se veía, la ropa a medio acomodar en los percheros y mi madre sin comprender por qué no quería regresar a Sagua.

Luego me reproché semejante exceso de egoísmo: mientras consideraba mi problema el mayor de todos, con este síndrome de ombligo del mundo, a 68 personas la vida se les escurría sin remedio, sin tiempo apenas para preguntarse por qué aquel vuelo, por qué precisamente ellos.

Cayeron sobre un campo de marabú en medio de la nada. Algunos de seguro cerraron los ojos, otros habrán invocado a la virgen… todos se ajustaron los cinturones como último recurso para salvarse, sin imaginar que ese gesto desesperado se convertiría en el primer indicio del que se valieron los forenses para reconocer los cadáveres.

Esa noche nadie durmió en Mayábuna. Los crujidos del avión y el recuerdo de aquella bola de candela desprendida del cielo se quedaron vagando por los potreros cundidos de aroma y de guajiros mansos, por una región hasta ese momento ausente de los mapas que, poco tiempo después, recobraría nuevamente su modorra habitual.

Ya ha pasado todo un año desde aquel noviembre de pena: mi madre sigue sin comprender por qué no regreso a Sagua y, peor aún, ningún obelisco marca el sitio exacto de este mundo donde sufrió Mayábuna.

3 Comentarios Agrega el tuyo

  1. fernando dice:

    ¿Por qué a Sagua? ¿No ha pensado en otro sitio?

    1. No, jamás he pensado en ningún otro sitio para volver. Solo podría volver a Sagua porque es el único sitio del que me he ido. Además, es mi pequeña ciudad de ensueño, el lugar sobre el que advirtió Sabina que no debiera tratar de volver… Un saludo, y gracias por leerme.

      1. fernando dice:

        ¿Y alguna vez se ha ido usted de Sagua? ¿Realmente ha abandonado usted esa, su orilla profunda?

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