Don’t cry for me, Argentina

Don’t cry for me, Argentina“Ñico, justifícame como puedas: di que estoy enferma, que tengo problemas personales, descuéntame el día; menos decir que voy con la niña a otro concurso, lo que tú quieras”, le dijo Anita a su jefe mientras salía de la oficina, con la cartera en una mano y conmigo, de completo uniforme, en la otra.

Él no intentó persuadirla por dos razones igualmente poderosas: en primera, porque ya mi madre había dejado en orden todos los papeles, informes y expedientes que pudiera solicitar la visita de arriba que estaba anunciada para ese miércoles; y en segunda, porque Ñico había trabajado con ella lo suficiente para saber que ninguna talanquera laboral iba a impedirle acompañarme en la agotadora carrera de concursos, matutinos especiales y lecciones de piano que emprendí durante la primaria.

El de aquella mañana, para colmo, no era un concurso cualquiera. Además del rigor académico, proverbial en ese entonces —“usted tiene que dejar a la niña sola, mamá, no puede pararse ni en la puerta”, regañaban a Anita—; además del calambre en la boca del estómago cuando me entregaban el cuestionario y la ilusión de regresar a casa con temperas, libretas, crayolas y rompecabezas de 1 500 piezas, el de ese miércoles tenía un incentivo adicional: si me llevaba el gato al agua, tendría un cupo reservado para la Olimpiada de Matemática que habría de realizarse, meses después, en Argentina.

A la altura de mi quinto grado apenas sabía que Argentina era la patria natal del Che y de un futbolista llamado Maradona, y que la ciudad principal era Buenos Aires, no porque me lo hubieran enseñado en la escuela, sino por el juego de adivinar capitales que mi tío inventó durante la década de los 90 con el doble propósito de afilarnos a mi primo y a mí en geografía política y, sobre todo, hacernos olvidar el calor sofocante de los apagones; pero mi desconocimiento casi absoluto de la cultura del mate y el tango no coartó el exceso de entusiasmo con que asumí la remota posibilidad del viaje.

“¡Vas a montar en avión!”, me decía Anita, eufórica y más segura que yo de que conseguiría agenciarme el boleto.

“¿Y en Argentina no hace mucho frío? —señalaba mi abuela—. Los suetercitos de la niña no sirven para eso”.

Entre el cono sur y yo se erigía, sin embargo, un escollo insalvable: no ya el nerviosismo que me impidiera responder adecuadamente las preguntas; ni siquiera la probabilidad del fraude, que por aquel entonces no había corrompido aún los predios de la enseñanza. Entre la tierra de Gardel y yo se interponía la muy terrenal excusa de una guagua.

La salida hacia Santa Clara, donde competirían alumnos de toda la provincia, estaba planificada para las 8 de la mañana “hora de Cultura”, eufemismo con que la metodóloga intentó hacerle ver a mi madre que bien podíamos partir en tiempo o varias horas después. Anita y yo llegamos, por si acaso, a las 7 y media.

Y allí estuvimos, sentadas en la Dirección Municipal de Educación —“matándonos a mentiras”, recordaría luego mi madre—, hasta que la espera por la guagua rota dejó de ser folclórica, un rasgo identitario del cubano, y comenzó a preocuparnos la sospecha casi corpórea de que no íbamos a ningún lado.

“No digas tú a Argentina, ni siquiera a Santa Clara”, resumió mi abuela esa misma tarde, cuando regresamos a la casa rezongando por la escasez de piezas de repuesto, la precaria gestión de los funcionarios encargados y la confabulación de las circunstancias.

Poco tiempo después, me sorprendí tarareando la canción de Evita, el filme con que Madonna intentó recrear la historia de Eva Perón sin conseguirlo del todo. “Don’ cry for me, Argentina, the truth is I never left you”, cantaba yo bajo la ducha sin vestigio alguno de rencor. La duda, no obstante, todavía me corroe: si la hija de Anita no fue a Argentina, ¿la hija de quién tomó el avión?

10 Comentarios Agrega el tuyo

  1. el inagotable dice:

    Gisselle. Admirable tu entrega y paciencia para recibir batacazos.
    pero no eres la unica sacrificada.

    Te cuento, una mia.

    Para viajar con destino a Checoeslovaquia, a pesar de haber salido con tiempo mas que suficiente por poco poco pierdo el vuelo.

    Espere por mas de una hora una guagua que nunca llego- creo que era la ruta 76- El taxi que pedi, tampoco llegaba y hubo que llamar para que por favor se apuraran . El vuelo. , por fin, lo tome con el Corazon en la boca.

    A Jose Luis Rodriguez , antes de que fuera Ministro de Economia, en una oportunidad nuestro Jefe de Departamento, nos narraba, que siendo professor de la U de la Habana, lo sacaron del salon de espera del aeropuerto Jose Marti , su avion iba con destino a la URSS, porque el evento, o el entrenamiento donde debia participar- no se que era- se habia cancelado.

    Mas tarde, lo nombraron Decano de la Facultad de Economia… y a los pocos dias, entes de que entrara en funciones, lo sustituyeron sin explicarle las razones..

    Hoy por hoy, Y te cuento con riesgos de que no me publiques, te puedo asegurar que mi Honda Accord, un auto ya viejito, del 2 005- milagro de la ingenieria japonesa, Jamas me ha fallado en mas de mil oportunidades.

    1. Inagotable: agradezco que aproveche el espacio de mi blog para tratar sus asuntos personales; me alegra saber que su Honda Accord no le haya fallado, pero no era de eso que iba, en esencia, el post. Ni siquiera del abortado viaje a Argentina -del que no volví a acordarme hasta hace unos días-. El post iba, mi familia y mis amigos lo saben bien, del carácter y el sacrificio de mi madre. No sé, a lo mejor fue que no me hice explicar. Valga esta nota al pie: un homenaje a mi infancia con Anita.

  2. Gera dice:

    Geniaaaal mi prima bella !!!! que alegría siento siempre que leo este tipo de reflexiones… que a la vez me remontan a años atrás y me hacen recordar esa niñez que vivimos con tanto sacrificio de nuestros padres, que nos impedían a veces darnos cuenta hasta lo malo de los apagones, mientras mi papa preguntaba por la capital de Escocia (que tanto trabajo me dio aprender) y los mares que une el Canal de Suez (mi pregunta favorita)…..

  3. atelleria dice:

    jejeje, pretty good Gissi :-D, este miércoles llegué en tiempo 😀

  4. JoteDé dice:

    Bueno, pero no te enojes, Gisselle (como diría el Chavo del 8). Ya viajarás a Argentina y no a un simple certamen de matemáticas, que de eso sabe hasta el gato de mi tía, sino a algún encuentro de talentos del buen contar. Y siempre gracias en buena parte a las cualidades de carácter que te trasmitió la compa Anita.

    Frater.

  5. Yoly dice:

    Gisse, hasta hoy no vi tu comentario, en verdad el sacrificio de las madres es incalculable en materia de eventos y concursos de los hijos, lo sufren doble. mi primera experiencia, ya sabes, fue fatal, una semana después mi sistema nervioso sigue alterado y me deja ni comer, que es mucho decir, pero todo lo que hacemos por ellos nos parece poco. Estoy segura de que si hubieras llegado a Santa Clara habrías ganado el viaje a Argentina, jeje, pero definitivamente, no estaba pa ti, quién sabe algún día…

  6. el inagotable dice:

    Dices:
    …me alegra saber que su Honda Accord no le haya fallado,
    . El post iba, …., del carácter y el sacrificio de mi madre.


    No recuerdo que en los casi seis annos que esta conmigo me haya fallado una sola vez, Pero no importa que sea un auto personal o el Metro de Montreal, o las guaguas que pasaban casi cada tres minutos.

    Mi punto es, estimada Gise, que si uno se esfuerza , estudia, trabaja, cree tener o tiene su talento y se sacrifica dando el maximo… no es justo que
    la vida se le haga de cuadritos un simple problema de transporte.

    Mi madre tambien es especial.

    Me escribe:
    Orlandito, ya veo que estás trabajando mucho, cuidate. Lo que me dices del problema de Delia es verdad. Espero que cuando me toque a mí, ustedes piensen igual, que es una cosa natural de la vida.
    Carmen

  7. César dice:

    Bueno, y no dices nada de tu papá con el juego de las capitales. Felicidades a todos.

  8. Muy lindo y conmovedor su trabajo..GRACIAS!!!

    ..PARA: inagotable!!…jajaja ya CHESCOSLOVAQUIA NO EXISTE!!!!..yO TRABAJE ALLI EN EL 1985-86, bella y culta sociedad..Los poderosos de aquellos tiempos..los unieron en su ocacion [ los gringos y sovietocos]..Pero..Ellos supieron separarse sin sangre..Cosa que no ocurre hpoy en Ucraina!!

    ….Se baila tango en Argentina todavia?

    …Se come «tazajo ripiado» de las pampas?

    ..En el CHACO…siguen muriendo indios olvidados?

    ..El periodico [imperio]..El Clarin..un invento argentino..sigue aun vivo?..
    Nosotros los cubanso inventamos el AIN-GRANMA…jajajaja
    Exitos a cubaprofunda !!
    El guajiro de SITIECITO!!!

  9. cubaicani dice:

    Gracias por la etiqueta, que en aquellos tiempos sobre los que escribes, y en los que evoco yo ahora, era solo lo que traía la ropa nueva, jaja. Ah, y el «estilo» de los acomodados o ricos.
    A mí me llevaron a un concurso de Redacción en Bayamo que sí gané. El premio era un viaje a Alemania. Gané el provincial, pero no sé cómo fueron las cosas, parece que fui descartada para el evento nacional y eso a Ena Barzaga no había quién se lo hiciera entender. Lo que sí recuerdo es a mi madre protestando y reclamando porque su hija menor no había sido escogida para el viaje. ¿Si ganó por qué no va? era la pregunta de ella. Nadie se la contestó, que yo recuerde. Parece que en aquel entonces también (es decir, ya) dejaban preguntas sin respuestas.

Replica a senelio ceballos Cancelar la respuesta