¿Sacudir la modorra?

Que en Sancti Spíritus no abundan las opciones de recreación es un secreto a voces que manejan, desde el ciudadano que no encuentra un espectáculo para disfrutar al alcance de su bolsillo, hasta los funcionarios que llevan sobre sus hombros la pesada carga de garantizar el esparcimiento del pueblo.

No abundan las opciones, pese a los ingentes esfuerzos del territorio por mejorar el confort y el estado constructivo de centros culturales y gastronómicos; y no abundan porque, como reconocieran los propios funcionarios del Consejo de la Administración Provincial, aún deben ajustarse los engranajes con el propósito de idear propuestas creativas.

Los mecanismos existen: en cada municipio y a escala provincial, una comisión del Gobierno se encarga de concebir, llevar a vías de hecho y monitorear la recreación. Sesiona mensualmente —durante el verano, hasta una vez por semana—, pasa revista a los acuerdos pendientes, pero no siempre sacude la modorra casi crónica de nuestros municipios y comunidades rurales.

Como “reuniones almidonadas” han sido calificadas las citas de esta índole, en las cuales los organismos implicados directamente con la recreación suelen justificar lo injustificable: que se dejó de dar tal o más cuál actividad, que no entraron en tiempo los recursos, que estaba todo listo pero se cayó el audio, que “nosotros cumplimos pero ellos no hicieron lo suyo”, y un largo rosario de excusas con las que no se enriquece precisamente la espiritualidad del pueblo.

Para ilustrar, baste un ejemplo: la plazoleta vieja de Olivos I, sitio que una colega definió como “la plaza de nadie” navegó a la deriva durante años porque, al parecer, no figuraba en la nómina de entidad alguna. ¿Cuántas reuniones de la comisión de recreación debieron sesionar antes de que Cultura tomara por fin las riendas del lugar e ideara un plan de revitalización que, por cierto, a estas alturas aún no se concreta del todo?

¿Era necesario que los medios de comunicación de la provincia señalaran que los centros de la gastronomía han llegado a pagarle al talento artístico —en su mayoría aficionado— con un pedazo de mortadella, para que terminara de resolverse la antigua demanda del pueblo y los artistas profesionales de contar con música en vivo en los restaurantes?

Al respecto Misladys García, directora provincial de Cultura, ha sido categórica: “Ya está garantizada la presencia de nuestros músicos en 11 espacios de la Gastronomía”. Dicho así, pocos imaginarían que semejante resolución costó tantos escarceos: conseguir que los artistas no pidieran sueldos exorbitantes, que las administraciones de los centros gastronómicos destinaran presupuesto para pagarles —en efectivo, no en especie— y que ambas partes comprendieran que no es lo mismo comer escuchando al trío Voces Brillantes que la música guardada en cualquier mp3.

Era cuestión de que los organismos involucrados —en este caso Cultura y Gastronomía— saltaran los linderos de sus respectivas fincas y comulgaran con un fin ulterior: ingresar dinero a sus arcas, por supuesto, pero con el cliente mejor atendido.

A un grado de integración similar deberán llegar en un futuro inmediato las instituciones responsables de devolver a los espirituanos el cabaré, centro nocturno que recuerdan con nostalgia quienes vivieron sus tiempos de gloria, que las más jóvenes generaciones solo conocen de oídas y que resulta una asignatura pendiente para la comisión provincial de recreación.

Más allá de las insatisfacciones coyunturales, que no van a solucionarse como por ensalmo de un día para otro, lo que realmente preocupa es esa especie de abulia que parece corroer las iniciativas, tanto de las comisiones y grupos de trabajo que deberían ingeniárselas para elucubrar propuestas atractivas, como de los promotores de consejos populares que, salvo honrosas excepciones, no echan mano ni siquiera a los juegos tradicionales para desperezar bateyes y caseríos dispersos.

Ya lo advertía Rolando Roque Companioni, vicepresidente del Consejo de la Administración Provincial: “La recreación es un concepto muy amplio y en Sancti Spíritus puede hacerse mucho para diversificar las opciones, pero requiere de trabajo, organización y escuchar lo que la gente quiere”. Como idea está clara; solo falta que los responsables terminen de encauzarla.