Se buscan arquitectos para negocios privados

Se buscan arquitectos para negocios privadosEn la vida real, la China es dueña de un restaurante que tiene recibidor, bar, salón con 11 mesas, reservado, baño unisex, cocina, área de conformado, almacén y otro baño para los trabajadores de servicio. Eso es en la vida real, porque en el universo paralelo de las licencias constructivas, el paladar de la China fue remodelado como una casa de vivienda con habitaciones desproporcionadas.

Lo explico tal y como me lo explica ella mientras despliega sobre la barra croquis, esbozos, listados de materiales: “Sucede que tú puedes montar un negocio, ofrecer un servicio público y pagarle puntualmente a la ONAT como elaborador-vendedor de alimentos; pero en los planos, el recibidor aparece como la sala, el salón principal es un cuarto enorme y el reservado viene siendo un cuartico más pequeño. Por suerte, la cocina sí es la cocina, en el paladar y en los planos”.

Sería hasta cómico si no fuese en verdad tan grave: los trabajadores por cuenta propia —que para determinados asuntos funcionan como personas naturales, para otros como personas jurídicas y en algunos casos se mantienen en un limbo preocupante— no pueden contratar al arquitecto que prefieran para que diseñe y calcule sus espacios.

No pueden, básicamente, porque el arquitecto no está autorizado para ejercer su profesión por su cuenta y riesgo, sino subordinado a las grandes empresas estatales, por lo general a cargo de los grandes proyectos constructivos estatales, o subordinado a la red de Oficinas del Arquitecto de la Comunidad, una entelequia cuyo propósito es satisfacer las necesidades de las llamadas personas naturales.

“Y tú dices: ¿los trabajadores por cuenta propia no somos personas naturales? ¿Y mi necesidad no es montar un paladar? Y si esa es mi necesidad y la casa es mía, ¿por qué el arquitecto de la comunidad me dice que yo no puedo cambiarle el uso a las habitaciones de mi casa?”, se pregunta en ráfagas la China, una espirituana que resolvió como otros en lances similares: porque el que inventó la ley, inventó la trampa.

“No se puede hacer, pero se hace”, confiesa el arquitecto que, violentando el proceso oficial aprobado, pactó de tú a tú el proyecto con la China, distribuyó los espacios según los requerimientos del negocio y el gusto estético de la dueña, cobró y solo entonces tocó a las puertas del Arquitecto de la Comunidad para licitar el trabajo.

“A veces te encuentras en esa Oficina con gente que se cuadra, que te regaña por poner la carreta delante de los bueyes, pero al menos en mi caso siempre terminan ayudándome, entre otras cosas porque ellos mismos saben que con los nuevos tiempos esa forma de asumir un proyecto de arquitectura ya se ha quedado obsoleta, desfasada”, asegura.

Y por “esa forma de asumir un proyecto” se refiere a ir por la canalita: una persona que quiere hacer una intervención constructiva en su vivienda se presenta en la Oficina del Arquitecto de la Comunidad, es atendido por un profesional —no el que esa persona quiera, sino el que le toque— que asume luego la realización del proyecto y no puede, en ninguna circunstancia, cambiar el uso social del inmueble.

“En Cuba la figura del arquitecto por cuenta propia no existe —resume Leonardo Pizarro Zulueta, un joven profesional tan enamorado de su carrera como el primer día y a quien, sin embargo, le duele el intrusismo que viene minando el sector desde dentro—. Por ello que se está dando un fenómeno que yo considero funesto: este tipo de trabajos, que requieren de conocimientos técnicos y estéticos, impartidos durante cinco años en la universidad, lo están asumiendo personas que no están preparadas, que no tuvieron que demostrar aptitudes elementales para sacar una patente de decorador, que sí está entre las autorizadas para el trabajo por cuenta propia. Todo eso provoca, por un lado, que el arquitecto se desvalorice, y por otro, que haya tanto negocio construido y decorado con una cuestionable calidad estética”.

Pero hay negocios con soluciones arquitectónicas muy bien pensadas.

“Sí, porque muchos graduados de Arquitectura y del Instituto Superior de Diseño están trabajando en equipos creativos con patentes de decorador; otros participan en proyectos de este tipo en su tiempo libre mientras siguen vinculados a las empresas estatales, y los hay que pertenecen a cooperativas no agropecuarias de la construcción. Pero al no estar reconocidos como tal y no articularse en un sistema coherente y legítimo, nada garantiza la calidad final de las soluciones”.

A semejante conclusión ha llegado buena parte de los profesionales del ramo entrevistados, quienes suscriben, coma por coma, las declaraciones que diera al respecto el reconocido arquitecto Mario Coyula poco antes de morir.

“Hasta el negocito más simple debe tener armonía y ser agradable a la vista —alertó el experto—. La única razón por la que no la tienen es porque a los arquitectos no los dejan ejercer su profesión y ofrecer sus conocimientos privadamente (…). Esto de los arquitectos de la comunidad fue una idea genial, muy buena que se maleó con el tiempo. Se han burocratizado y solo se dedican a llenar planillas para los trámites de permutas, lo que es absurdo (…). No existe ningún asesoramiento para la persona que quiera construir una casa o un inmueble para un negocio. Si decide contratar una empresa proyectista o constructora estatal entonces lo rechazan argumentando que ellos solo ejecutan los grandes proyectos y que no están para perder el tiempo con esas tonterías. Entones el albañil y el dueño son los que diseñan las estructuras, hacen los cálculos y ejecutan el proyecto (…). Hoy día es muy complicado”.

Tan complicado que algunos —los más optimistas— aseguran que el cambio está ya a la vuelta de la esquina, no solo porque la lógica así lo indica, sino porque parece insostenible un procedimiento arcaico que da pie a realidades paralelas como las del paladar de la China: en papeles, casa de vivienda, y en la práctica, un restaurante al que asisten como promedio diario unas 200 personas sin que nadie, ni inspectores ni clientes, se pongan a cuestionar por qué hay 11 mesas en una habitación que, a juzgar por los planos, solo debería tener camas, cómodas, ventiladores y algún que otro escaparate.

(Publicado originalmente en Progreso Semanal)

5 Comentarios Agrega el tuyo

  1. kimBao dice:

    es triste que los architectos no puedan trabajar por su cuenta, ni los ingenieros tampoco, ni los tecnicos, eso siempre ha atrasado a un pais, amordazar a las fuerzas productivas siempre ha sido un factor economico negativo.

  2. Sanson dice:

    El Mundo entero debe saber de esas cosas tan truculentas que ocurren alla para que no se repitan.

  3. kilo12ycolon dice:

    Tu «asociasion» con la arquitectura te da dividendo,sino materiales al menos inspirtativos

    1. kimBao dice:

      es mas seguro que el blog no se ponga «confictivo», asi dura una eternidad, el proximo post seguro es sobre el nivel de colesterol en las aves de corral y por supuesto el consabido «ajustense al tema del post»

      1. El próximo post, kimBao, es sobre el futuro de Trinidad. En caso de dudas, hubiera podido preguntarme directamente. El sarcasmo es un arma que no se le da bien a todo el mundo.
        P.D.: Ábrase un blog, le recomiendo que en una plataforma wordpress, que facilita el trabajo enormemente. Así podrá usted defender el plan temático que crea conveniente. De seguro no escribiría usted un post sobre el nivel de colesterol en aves de corral.
        Saludos.

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