¿Plaza o palangana?

Plaza o palanganaLos espirituanos de inicios del siglo XX debieron obnubilarse de más con la llegada del automóvil, tanto que chanflearon las esquinas del parque Serafín Sánchez en una suerte de acomodamiento vial que favoreció a los conductores pero redujo el área de la plaza hasta límites impensables para las ciudades civilizadas.

La presunta facilitación vehicular, sin embargo, me ha parecido siempre una excusa coja: ni Sancti Spíritus fue la meca del automovilismo, ni las tendencias urbanísticas de entonces recomendaban que los centros históricos se convirtieran en autopistas, ni el resto de las ciudades de la isla reaccionó de modo tan radical, sesgando parques y acorralando a los transeúntes. De ser cierta la justificación del automóvil, habría que convenir, por lo menos, en que estos predios pecaron de tremendistas.

Reducido a los escasos metros cuadrados de una manzana pequeña, con un muro perimetral que funge como banco y que simula el borde de una palangana común, y sin más elemento distintivo que la desproporcionada glorieta en su centro, el parque principal de la villa del Yayabo está lejos -lejísimos- de ser digno de una capital de provincia.

Ni siquiera la primera tarde que me subí en esa especie de tarima, deslumbrada con los espejismos iniciáticos, me convenció del todo. Demasiado angosta el área que ocupa el pavimento, demasiado incoherente el diseño de la vegetación, demasiado desvencijado el mobiliario.

Luego me sería explicado que aquellas sillas vencidas por el tiempo mantenían el valor de ser las originales, que se habían preservado por obra y gracia de Ñeñeca y del Espíritu Santo y que sería poco menos que sacrílego desafiar el conservadurismo yayabero expulsándolas del parque, aunque yo seguí creyendo que ciertos parches y puntos de soldadura no eran propios de épocas tan antediluvianas.

Lo que nunca he logrado comprender, precisamente porque se apela al instinto conservador de los espirituanos, es la utilidad de la glorieta, un escenario diseñado para que toque la Banda de Conciertos y que, no obstante los mil y un llamados de atención a los artistas, languidece por su escasa funcionalidad. Sin techo en este trópico nuestro y asfixiada por una hilera de balaustres que dificultan la visibilidad de los músicos y les daña la acústica, para colmo no cumple ni su rol ornamental.

Quizás la mía es una visión apocalíptica de la plaza mayor espirituana; quizás no es para tanto y estoy siendo hiperbólica -es un pecado que tiene su morbo-, conminada como me siento a veces por las circunstancias a habitar pueblos con parques deslucidos.

El de Sagua, por ejemplo, no solo perdió todo glamour con las planchas de concreto que sustituyeron pintorescas fuentes, arcadas y glorietas, sino que al parecer no figura en ningún plan de obras públicas que los alcaldes republicanos emprendían en exceso y las autoridades de hoy no priorizan en sus presupuestos. El parque La Libertad, como el puente El Triunfo y el otrora Casino Español, están condenados a la desmemoria.

Por el contrario, la plaza central yayabera, gracias a la mediación salvadora del aniversario 500, está a punto de correr con mejor suerte gracias a un proyecto de rehabilitación integral que pretende levantar los pisos, robarle metros a la calle, sustituir las luminarias, diseñar de modo coherente la jardinería y cambiar de uso los inmuebles del contexto, con lo que pudiera solucionarse la proverbial mortandad de un espacio que debería ser el eje de la vida nocturna en la villa sin que hasta el momento lo haya conseguido del todo.

La intención, al menos, está; solo falta que los trazos esbozados en planos y mapas topográficos no sucumban ante la avalancha constructiva de las fechas límites y que los espirituanos puedan validar o no la propuesta antes de que fragüen en cemento los recursos asignados. Ya lo sabían los alcaldes de antaño: la creación de un área pública es, en definitiva, un acto soberano de gobierno.

10 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Andrei dice:

    Gisso, creo que la fútil gracia de un parque como el Serafín Sánchez ameritaba un cambio de imagen, amén de los 500 años de fundación. Muchas ciudades de Cuba han sido víctimas de deslices ¨animales¨ y no te asombres por escuchar que un edificio patrimonial de esta o aquella urbe, pereció en la espera de un presupuesto que nunca llegó.
    Otras han renunciado a sus predios más antiguos para ofrecer una visión más acogedora, por ejemplo, parte del espacio que hoy ocupa el Parque Leoncio Vidal de Santa Clara, pertenecía a la parroquia de los tiempos de la colonia, extirpada por siempre. La acción para algunos ofrendó incuestionables mejoras, otros la catalogaron como un detraimiento; dicen los expertos que la arquitectura de la obra no destacaba en demasía. Entonces, ¿patrimonio o urbanidad? Lo cierto, sin dudas, lo constituye hoy el hecho de que la ciudad de Marta y el Che seduce por su emblemático parque.
    Demos gracias entonces si el centro de la Villa del Espíritu Santo mejora su «espíritu»; pero, propondía también mejorar el de los espirituanos más indolentes, que rasgan con acciones destructivas la parte del casco histórico que ya estaba lista para recibir el medio milenio.

    1. Tienes razón, Andrei, todo es relativo. Me encanta el parque Leoncio Vidal de Santa Clara, de hecho, el entorno de ese parque es lo único que me fascina de aquella ciudad. Sin embargo, no sé cómo hubiese lucido con una iglesia merodeando por ahí, a lo mejor le habría dado un swing agregado, jejeje. Un beso, sigue merodeando por esta Cuba profunda…

  2. Abdel Martínez Castro dice:

    Si, como sospecho, el proyecto pertenece a mi buen amigo y arquitecto Leronardo Pizarro, suspiro aliviado. Porque el parque lo prefiero así a como quedaría ante un arrebato estético de algún dirigente o (peor aún) de algún arquitecto sin talento (que los hay en SS bien aplaudidos).

    1. Sospechas bien, Abdel, solo que tu amigo está cruzando los dedos desde ya para que no haya ni arrebatos estéticos ni colegas aplaudidos merodeando, aunque sabes que eso va a ser bien difícil. Un beso, espero que cuando regreses le des el visto bueno al desbarajuste que él pretende emprender en el parque.

  3. Gisselle, hace poco, merodeando por Santa Clara, encontré un libro con la foto de algún parque en la portada. Maykel me dijo que era el de Sancti Spíritus pero yo le respondí que no podía ser, que parecía el de un municipio cualquiera y no el de una cabecera de provincia. (Aun cuando yo me he sentado alguna vez en ese parque no logré reconocerlo en la foto).
    Estoy de acuerdo con todo lo que dices en el post sobre la plaza principal de tu ciudad adoptiva. Te confieso: yo prefiero el parque de Sagua, hasta con sus planchas —antiestéticas— de concreto. Espero que ahora le otorguen al de Sancti Spíritus el lugar que merece. Un abrazo.

    1. Eso esperamos todos, Carlos Alejandro, que el parque de Sancti Spíritus deje de parecer el centro de un batey cualquiera. No tengo nada en contra de los parques minimalistas, austeros, pero sí tengo mucho en contra de la indolencia de quienes no se ocupan de darle vida a la ciudad. Un besote, espero algún día conocer el parque de Guaracabuya. (Se escribe así? jejeje. Besos).

  4. Oski dice:

    Gisse, yo soy espirituanísimo. Vivo en Jatibonico pero amo a la Villa de la paloma blanca. Hay que reconocer que su Parque parece una palangana, el busto de Serafín, debería ser ecuestre, gigante, el de Martí, igual podría tomar dimensiones mayores, el espacio de la plaza es demasiado Feudal, coincido contigo, esperemos, porque siempre hay que esperar, que con su reparación se prohíba la entrada de autos al Parque para que este gane en extensión. La espada de la conquista y la cruz del Evangelio, nos convirtió en Villa, nos legó exponentes únicos de la arquitectura cubana, el puente sobre el Yayabo, la Parroquial Mayor, La Caridad, El Perla de Cuba, La Real Cárcel, La Colonia, que corona nuestra principal arteria, así como El principal, segundo Teatro edificado en la isla, enorgullecen a espirituanos como yo. Me encanta El Museo de arte Colonial, su sala de música. La calles empedradas. Cuando asisto a un atardecer espirituano me parece ver el pie del esclavo encallándose en las piedras de antaño, creo haber visto a la paloma blanca recorrer la cuidad y descansar en el campanario silenciado de la Iglesia Mayor. Para los 500 años de seguro repicarán las campanas. Gisse desde la página 6 de Escambray y desde esta Cuba profunda, ayúdanos para que el Parque de los espirituanos luzca esplendoroso. Oscar, un beso.

    1. Oscar, me has dejado boquiabierta con tan fundamentado comentario. No sabía que eras tan pero tan espirituano, jejeje. Jatibonico no pertenecía a Camagüey en la anterior división político-administrativa? jejeje. Un beso grandísimo, y gracias por creer todavía en el poder transformador de la prensa.

  5. Gisselle, te invito oficialmente al parque de Guaracabuya, que es prácticamente invitarte a toda Guaracabuya, jaja. (No sé si tendrás experiencias en los parques rurales). En el pueblecito, que está en el mismo centro de la Isla, celebran el día mitad del año (1 de julio), a la mitad del día (12:00 m). Así que esa es una oportunidad excelente para ir. Un beso grande…

    1. Iría encantada, Carlos Alejandro, sobre todo porque me he creado mi propia idea del pueblo que se considera el centro mismo de Cuba. Debe ser un lugar bucólico y fascinante, como Macondo, aunque con los mismos timbiriches de cuentapropias que tienen invadido el resto del país. Prometo que, si voy, no llevaré solo la mitad de mí, jejeje. Un beso

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